18.5.07

Mudanza

Me voy con todos mis bártulos a la siguiente dirección:

http://baul.wordpress.com/

26.4.07

Vaharada -dióxido- XII

La aceptación de lo terrible lo pudre todo.
Miguel Angel Podestá (Cantautor)
Y acuden muertos vitrificados, parpadeantes.
Y se clava mi indeferencia de sobremesa.
Y los siguen asesinatos,
sin víctimas mortales,
con víctimas mortales,
mortales de necesidad
(voluntades,
confianza)
Más tarde,
siempre demasiado pronto,
acuden los desprecios legales,
tal vez acompañados
por esa historia derrumbada.
Ahonda aun más la aguja de mi indiferencia de sobremesa.
Y pregunto el punto de putrefacción
a mi alma,
a mis ojos
y a mi lengua.
Se descomponen lentamente
por no pronunciar la acusación
sobre la evidencia.
Tan culpable yo
como el que alza el arma
(metálica,
de papel,
de hambre)
Tan culpable...
como el resignado
a una vida tenue.

Vaharada -dióxido- XI

Si existe alguna ley que regule
el derecho a ser oido...
Reclamaré.
Llevaré a juicio a la mediocridad
ética.
No quieren aceptar
la sangre que nos tiñe.
No quieren escuchar
el golpe seco
de los cuerpos que caen si queja.
Cerca del balcón gritaré...
¡Hábeas Corpus!
¡Miradlos!
¡Miradme!
¡A los ojos!
¡Sin ojos!
Empapelaré de instancias
juzgados, congresos, teatros...
Sus habitaciones se pintarán
con el color desalentado
de los que olvidaron la lucha,
por algo mejor,
que no es esto.

Vaharada -dióxido- X

Desperté a los perros.
Aullaron porque vendí mi tierra.
El calor me hizo despertar
en un trozo de agosto.
Un cielo negro
con la estrella más grande de todas.
La coloqué sobre el pecho
junto a unas palabras tenues.
¿Y tú alma? ¿Dónde crees que haya ido?
Abrí la boca para que se fuera
ese potro que cae,
gota a gota,
sobre los murmullos que raspan el suelo.
Reconozco el sonido de esa voz...
Se riza la tarde en olor a pan y mugre.
Aquí no vive nadie.
Yo sólo pienso y me aparto,
para dejar dormir
en su armisticio de caza,
a la jauría.

Vaharada -dióxido- IX

Vendedores callejeros
de vidas bajas en nicotina,
nos ofrecen seriamente
la posibilidad de ser incalculables.
Se desviaron esos tiempos
en los que creí en ellos,
o desee creer.
Sus ojos de cristal
eran pantallas
donde reflejar el paraíso.
Plástico reciclado.
Botellas retornables.
El sol deshojando
una margarita...
El mar...
Ahora, simplemente,
puedo dejar de aspirar
el vaho de la dignidad.
Ahora, simplemente,
no los distingo.

Vaharada -dióxido- VIII

Hay carteles anunciando mi vida,
prediciendo mi vida,
imponiendola sobre cristal.
Siempre me compro
ese jersey que no quiero
y esos zapatos
saturados de moda.
Soy una imitación barata
de los anuncios y series.
El negocio va bien,
de todas formas sólo soy un número
y no me sumo,
o sí me sumo,
según marque el reloj.
Yo, solo vivo sembrando escarcha
en cada hueco.

Vaharada -dióxido- VII

Cada miedo es un puente por atravesar.
Sable de gritos.
Cadena de estrellas.
Un reloj roto.
Si ya se acabó la historia para mi...
Me pregunto por este vaho
que empaña mi juicio.
Escucha...
el canto que desafino.
Disparando balas errantes,
disfrazando coherencia,
balas perdidas...

No todo es justo y excusable.

Vaharada -dióxido- VI

Un cúmulo de ojos,
desgastado sobre la acera,
sospecha del incipiente vacío
que deambula apático.
Acechándome.
Intentando envolverme
en su aliento pertinaz.
Pero ya me asimiló
esta suma contrahecha
que se hace llamar ciudad.
Ya no juego.
No me resisto.
Solo pido no preguntar.

Vaharada -dióxido- V

Derramo pensamientos
de otra vida.
No hay nada que perder.
Latitud de gritos.
El dado de mi rostro
saca el dos, de miedo.
Vas a conformarte.
Seguro.
Lo ponen fácil.
Sabes bien gustar.
Decides no hacerlo.
Arrastrarse
entre losas limpias
no difiere del barro.
Si yo tuviera corazón...
te diría...
a quién escupir,
a quién decapitar.
Pero dilaté
en el parto de mi cuerpo.

7.3.07

Vaharada -dióxido- IV

Las fauces de la fortuna,
de las que quizás nos olvidamos,
quedaron enterradas.
Parecían querer respirar
derritiéndose en sangre
de quien ya nada sabe.
Con los ojos muy abiertos
estalla un grito
de voces amontonadas.
Se aliviará para siempre
el desbordar de la vida.
Los días se hacen más largos
sobre nosotros,
aquel mundo encabritado.
Llegará la noche
en el agua guía,
en el humo justo,
en el calor fragmentado.
Amarrándonos los pies
con hilos apenas visibles.
El cielo turbio
desmayado al amanecer,
en su boca sin dientes
y los brazos extendidos
sobre el hueco de cada árbol,
anda forzando caminos,
derramando la vida.
Las nubes enroscan sus sábanas,
ellas saben con cuanta hambre viajo.
Pido un cambio
cada vez menos inmediato.
Mi cuerpo desatado,
amasado con lágrimas de sudor,
aprieta los dientes
para no morder.
Ya no es mi hijo,
ese no puede ser mi hijo,
porque me siento impasible
ante su cara descolorida,
sin sangre,
que a ratos parecía dormir.
Nunca había tocado una vida
tan perezosa,
tan violenta,
la vida...
Sus pies se hundieron en tierra.
Ojalá esté vivo,
todavía.

Vaharada -dióxido- III

Ataduras invisibles agarran mi mente
a tierra estéril.
Cien años de agujas,
de retraso sin coste,
no son nada comparados a esta burla.
Esperar la rabia,
que resignada siempre llega.
Quizás el paso
hacia el punto de encuentro
sea el próximo.
Es tan pesado mantener
esta neta obstinación en el aliento.
Cada mañana
inaugurar el mar,
de frente, sin piel.
Produciendo heladas
en la matanza.
Y cada noche
extrañar la simplicidad,
el instante.

Vaharada -dióxido- II

Estudio intensamente
cada factor de luminosidad
de las hojas del árbol
junto al que espero,
cada tarde,
la llegada del retraso.
Que nunca llega,
pero yo espero,
cada tarde.
Resignada de verlo surgir así,
a deshora.
El mundo sin colores
nos mostró su cara.
Gris.
Polvo.
Solo ceniza...
Y yo masticaré la grosería
revolcándome en tu húmedo matiz.

22.2.07

Vaharada -dióxido- I

Al final... la misma piel
en identidad no sinónima,
pero débil.
Cómo alcanzar el título gubernativo,
expedido por la universidad de lo absurdo:


1º Mentiras (para encubrir la fría realidad
del pavimento de la calle)


2º Homicidio (enarbolar un cadáver
en nombre del amor o la justicia)


Porque las flores sin olor
brotaron en cestas renegridas,
junto a dedos con pigmentos de escasez.
Porque cualquier trozo de tiempo,
es un eslabón
reforzando la cadena de la desnudez.
Porque hincarse de rodillas
no impresiona a nadie hoy día.
Porque dejé de amar
hace muy poco.

Vaharada -oxígeno- IV

Me excita el rastreo del tiempo.
Más allá de este calor,
la boca seca.
Merece la pena el cielo,
la espera del oasis.
Merece la pena
mientras haya momentos de ser.
Aléjate del sabor
narcótico
del padrenuestro.
Tengo que escapar.
Olvidar el rayo.
Ahora,
que decido dejar de perder
mi vida.

Vaharada -oxígeno- III

Cuando te evapores,
los cantos de angustia nivelarán el daño
con la falta ineludible,
sobre la báscula del delirio.
Ya no sé
si el destino fue un par de alas
gélidas.
Se acaba el tiempo y encuentro pedazos
en cada ángulo de este túmulo.
Porque a mí me toca
ser justo y ejecutante.
Porque soy yo quien sangra
y extraña a ese del espejo
que calca mis muecas.
Porque necesito firmar
un acuerdo con mi materia.
Reclamo el pretexto
para salir a volar,
dilatar la luz
y hundir mis marcas en el acantilado.

Vaharada -oxígeno- II

Esta incertidumbre
me arrima al misterio ingenuo
de la tormenta.
Trueno en mis manos.
Relámpago mi voz.
Necesito conceptuar
la placa de piel
de este recuerdo.
Modelarlo en celuloide,
tallarlo en celulosa,
grabarlo en cada célula.

Vaharada -oxígeno- I

Somos catálogos
sin certificado técnico.
¿Intuyes las advertencias
y esquelas olvidadas?
Las partículas de creación
se extinguieron
pegadas a mi látigo umbilical.
Aparece el espacio.
Lo interpretan mis ojos y mis pies
en un formato irreconocible.
Tal vez similar a una traducción de aire
ubicando el círculo de alojamiento.
Preludiando el combate
que divide mi soberbia
y revela el futuro que muerdo.

26.7.06

Vaharada -asfixia- XII

Hay días...
en los que quiero desaparecer
los caminos que aun no he marcado.
Derramar mi cabeza
y así no echar de menos la lluvia
ni el mar.
Resquebrajar mi cuerpo,
llenando el mundo
de brotes.
Y ante todo
olvidar mi incertidumbre.

Vaharada -asfixia- XI

Una dosis de plomo
me obliga a estar rígida,
sonriente,
ojos vidriados,
alma apagada…
Los hierros retorcidos,
del tren descarrilado
del guión de mi vida,
se clavan en los huesos.
Un escalofrío recorre cada letra
Y me derrumba en tierra mojada.
El abismo oculto encarna un nombre.
Lo grita.
Ese que no conozco,
El que llevo marcado a fuego
En una lengua extraña.

Vaharada -asfixia- X

Esta oración que mastico a solas,
entre luces falsas,
no me formula la claridad que equilibro.
Sigo oscurecida.
Aquí.
Completa.
Frente a tu luz.

Vaharada -asfixia- IX

Sombra,
siempre a punto de no estar.
Amaneces en olor a leche rancia.
Labrando el desierto.
Ladrando al vacío.
Anochece la noche sin ti,
y la alfombra al pie de mi cama,
de luminosidad carente,
me convierte en desnivel.

Vaharada -asfixia- VIII

Notas que no conozco.
Nadie espera,
ya nadie...
Risas.
El viejo
se arranca la vida.
Nada.
Nunca.
Escarbo en el lugar
donde me transfirió el tedio.
Poco me queda.
Poco.
Nada.
Echar a correr.
Lluvia de carretera.
Hierba de encuentros.
Nada.
Todo.
Todo sigue igual.
Igual.
El camino donde a solas
duermo conmigo.
Entro en mis sueños
y me he perdido.
Nadie.
Nada.
Dime,
qué instante es el de respirar,
si sólo soy para anochecer.
Frágil.
Nada.
Eclipse de sol
y no de luna.
Noche.
Vigilia.
Nada.
Nada.

Vaharada -asfixia- VII

Algunos espejos,
opacos,
reflejan mi cara
cuando me niego a mirarme
de frente.
Los ojos de mi madre.
La mano de un amigo.
La cuenta corriente.
Cuestionan y contabilizan
cada lágrima.
Me advierten
que he comenzado a ser
el número rojo
de sus vidas.
Y tengo cercano el juicio
con la suma de mañanas
que he desperdiciado
soñando.

Vaharada -asfixia- VI

Como una inocente libación
comienza este acto de muerte.
Saboreo cada gota
e intento traducirte
(dulce,
salado,
ácido,
amargo...)
Fe y locura nacen
de tus restos. Lo poco
que he desechado.

18.7.06

Vaharada -asfixia- V

La línea que concibe
las formas que acaricio
se desvanece.
Dejándome rasgada
entre vendas impresas.
Y a veces...
el corazón llora a mis espaldas.
Ya no huelo ese aroma
(extinción,
odio,
que envuelve,
ahoga)
Y a vece...
creer que respirar
es morir sin aire.

Vaharada -asfixia- IV

Llameantes dedos
me rodean la garganta.
Olvido respirar.
Me entrego con violencia
al dolor de la asfixia.
Excitándome
con cada falta de aire.
Riéndome,
sin voz,
del futuro,
que ágil se adentra en mis pulmones.
Escarba con sus uñas mi memoria.
Sabedor de mi devaluación.
Elijo esta forma,
ahora que puedo,
ahora que aun me queda conciencia.
Tirando
de una existencia vacía.

Vaharada -asfixia- III

El hongo
que envuelve mi alma,
por dejarla macerar de hastío,
pereza de vida,
es extinción blanda,
agonía hedionda.
Difumina en identidad mimética.
Tocando irresponsable,
desde la eternidad,
la saliva consumida
del ánimo elemento.

17.7.06

Vaharada -asfixia- II

Manos temblorosas llegan a su rostro.
Manos arrugadas,
puntal y cuerda,
nítidas de inepcia.
Acarició,
blancas y grises,
la elástica cara del amor perezoso.
Ese cuerpo atisbado.
No era, pero sí color.
No era, pero sí ídolo.

Besó eximiendo sus pies rotos,
la cabeza sobre la falda,
el resuello entrecortado...

Tenía miedo demasiado pronto,
después de tantos años,
de tantas prórrogas,
de tantas, tantas omisiones.
Frotó alma con cuerpo desnudo,
el olor a vejez la embriagaba.
Su calor sobre la piel descalza y débil,
su presencia usurpadora y postiza.
Aquella boca desdentada y sonriente,
iluminando noches de insomnio,
de enfermedad alevosa.
No estaba solo,
sin saberlo...
Nacía cada tarde,
olvidando quién era y quién fue.
Vomitar de nuevo todo el dolor,
pero siempre queda un poco para más tarde.
Y al final
habitación,
cama,
cuerpo.
No hay muerte más lúcida
que encallar sobre su torso.

Era hermoso...
pensar que todo es posible,
incluso rozar sin rabia,
saborear la linfa de su piel,
tomar sus manos,
sobrevivir reposando...

Vaharada -asfixia- I

La escucho...
A lo lejos...
Taconeo incesante,
bruma de melancolía,
vaivén itinerante de punta
tacón, perfora los tímpanos.
Rutina abre.
De un potazo borra pretensiones,
una anorexia se apodera de mis trazos.
La vida huye despavorida
tiñéndome fría.
El tiempo no pasa...
Un año tacón,
un año punta
y mi vida
es su baile monótono.

Vaharada (Introducción)

Vaharada es un poemario que escribí para un certamen hace ya varios años. No lo gané y no me sorprendió (aunque siempre duela un poco)
Vaharada fue escrito para el certamen, lo forcé a que funcionara y no lo hizo, pero escrito está y no lo he vuelto a tocar desde entonces.

Hoy día el título me parece muy cursi y pretencioso. Y cuando lo vaya transcribiendo aquí ,sé que muchos de los poemas me lo parecerán también.
Vaharada se divide en tres partes: asfixia, oxígeno y dióxido.

Cada una enlazada entre si y con las demás con pinzas y por los pelos.

Paciencia porque es largo y hay para rato.