26.7.06

Vaharada -asfixia- XI

Una dosis de plomo
me obliga a estar rígida,
sonriente,
ojos vidriados,
alma apagada…
Los hierros retorcidos,
del tren descarrilado
del guión de mi vida,
se clavan en los huesos.
Un escalofrío recorre cada letra
Y me derrumba en tierra mojada.
El abismo oculto encarna un nombre.
Lo grita.
Ese que no conozco,
El que llevo marcado a fuego
En una lengua extraña.

2 comentarios:

Pedro M. Martínez dijo...

Si es extraña seguro que es euskera.
Te leo, poesía apreciable, me gusta (pero no me hagas mucho caso, solo soy lector).
Saludos

estrusa dijo...

gracias por leerme, yo también soy lectora pero no puedo resistirme a escribir, me sorprenden estos poemas ya que hace tiempo que los escribí y me siento un poco desvinculada, es como si fueran de otro