7.3.07

Vaharada -dióxido- III

Ataduras invisibles agarran mi mente
a tierra estéril.
Cien años de agujas,
de retraso sin coste,
no son nada comparados a esta burla.
Esperar la rabia,
que resignada siempre llega.
Quizás el paso
hacia el punto de encuentro
sea el próximo.
Es tan pesado mantener
esta neta obstinación en el aliento.
Cada mañana
inaugurar el mar,
de frente, sin piel.
Produciendo heladas
en la matanza.
Y cada noche
extrañar la simplicidad,
el instante.

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